Debo agradecer a todos los colegas médicos de la Provincia por el respaldo mayoritario a nuestra propuesta, estamos en deuda; una deuda de honor. Tenemos un gran compromiso, eso que hace la gente de bien, los que nos encontramos en una lucha constante, de todos los días, para llevar una vida familiar, gremial, y profesional con dignidad.
La dignidad o cualidad de digno, deriva del adjetivo latino dignos, y se traduce por valioso, hace referencia al valor inherente al ser humano en cuanto al ser racional, dotado de libertad y poder creador, pues las personas podemos mejorar nuestras vidas mediante la toma de decisiones y el ejercicio de la libertad.
La dignidad se explica en buena medida por la autonomía propia del ser humano, ya en su tiempo lo discutieron Platón y Kant.
Los médicos ecuatorianos tenemos un gran ejemplo de dignidad el cual tiene nombre y apellido, se llama Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, él confesó en su época, y marcaría su camino, esta frase que ha perdurado y perdurara en la memoria colectiva: “Deseo ardientemente ser conocido como un hombre de bello espíritu”.
En estos momentos difíciles para la patria, y en especial para los médicos, es importante acercarnos a la imagen y al pensamiento claro y digno de Espejo, ¿cómo no motivarnos con su lucha?, ¿cómo no inspirarnos con su fe sin quebrantos por la justicia y la libertad?
Hay muchos otros médicos ecuatorianos, que supieron vivir con dignidad, y que son ejemplo, hay aquellos que además de la dignidad, practicaron el honor.
El honor implica la aceptación personal, y la construcción en el imaginario social, de una cualidad moral vinculada al deber a la virtud, al mérito, al heroísmo.
En 1950 la escritora y filósofa rusa norteamericana Elisa Zinóvievna, escribió este recordatorio que me voy a permitir compartir, “cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada, cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no negocian con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen , y por el contrario son ellos los que están protegidos contra ti, cuando descubras que la corrupción es la recompensa, y que la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada”.
En estas épocas revolucionarias, en donde se condena el libre pensamiento, vemos sobrecogidos el deterioro infame al que han conducido a la actividad profesional médica, vemos con miedo lo que en un futuro cercano, hoy ya, una realidad presente, será una condición de pérdida del arte médico que no podremos controlar, vemos con impotencia lo que ayer sembramos en la actividad gremial y hoy estamos cosechando, un fruto amargo y gélido que no alimenta el espíritu y no nos proporciona la energía necesaria para incrementar nuestra fuerza y permitir la lucha por las reivindicaciones.
La conducta individualista, la verdad en una sola dirección nos debilita, es momento de pensar en el grupo, en la mayoría, en un Colegio de Médicos para todos.
Hoy es el momento de entender que la profesión médica, práctica noble, que la intuición la convierte en arte, y que la producción del conocimiento la convierte en ciencia, no debemos bajo ningún concepto permitir que los Asambleístas de la obediencia servil continúen con la mala tarea de convertir a los médicos en los prófugos de su profesión, ya la convirtieron en una mala práctica y la criminalizaron.
Como hacerles entender a esta suerte de agoreros de la negligencia, que la medicina no es una ciencia exacta, que nuestro trabajo se basa en probabilidades, y no en certezas, que de hecho trabajamos con herramientas para minimizar el costo y maximizar el beneficio de nuestros procedimientos médicos.
Que en cualquier parte del planeta donde se practica esta noble tarea, existirá con seguridad, efectos no deseados contrarios a los que el médico se propone para salvar la vida de un paciente.
Entonces no estamos contrarios a que existan parámetros para regular el quehacer de los profesionales de la salud.
Así como tampoco no estamos contrarios a que el estado garantice los medios y las condiciones adecuadas para la atención a nuestros pacientes.
Defendemos además el derecho que tenemos a una educación médica continua, que nos permita acercarnos a los nuevos conocimientos, para poder someternos a evaluaciones académicas, socializar los logros que la medicina ecuatoriana produce, y que termine esta suerte de persecución, a los que juramos ante dios y la ley defender la vida.
Hoy se han abierto los espacios de diálogo, es el momento de expresar las ideas, del debate, del aporte para construir un futuro digno para todos, dejemos en el pasado esas actividades partidarias disfrazadas de gremio. ¿Acaso no nos damos cuenta que nos dan oportunidades para que aparezcan nuestras fortalezas? Cada día nos estamos uniendo más, la unión nos hará fuertes y la lucha gremial es el camino.
Dr. Santiago Carrasco.