La nueva esclavitud: médicos residentes de posgrado autofinanciados

En los pasillos de los hospitales públicos y en las aulas de las universidades públicas y privadas una realidad oculta golpea a cientos de médicos en Ecuador: la residencia de especialidades médicas, lejos de ser una etapa de formación digna y efectiva, se ha convertido en un sistema disfrazado de educación. Jóvenes profesionales pagan hasta 10.000 dólares anuales en universidades públicas y privadas, trabajan más de 180 horas asistenciales sin o con escasa tutoría mensual. Además de no recibir remuneración, tienen que afiliarse voluntariamente al IESS y, en muchos casos, hasta carecen de un lugar para descansar durante sus extenuantes guardias.

El Costo de “Aprender”: Pagar por Trabajar

Los médicos residentes autofinanciados —quienes deben cubrir íntegramente sus matrículas y colegiatura— enfrentan una paradoja perversa: pagan por trabajar. Mientras realizan labores clínicas esenciales en hospitales, equivalentes a las de un médico titulado, no reciben salario, ni beneficios laborales en un contexto de maltrato. Peor aún, en algunas universidades privadas, deben pagar adicionalmente por las tutorías de tesis, un servicio que debería ser inherente a su formación.

“Es un abuso. Trabajamos 36 horas seguidas, sin sueño, sin comer bien, y al final nosotros pagamos por el privilegio de servir al sistema”, denuncia un residente de cirugía que prefirió omitir su nombre por temor a represalias.

Condiciones Infrahumanas: Sin Descanso, Sin Derechos

Los testimonios revelan condiciones alarmantes:

  • Auto afiliación al IESS: Los residentes deben autoafiliarse, asumiendo costos de hasta $100 mensuales, tanto en instituciones públicas como en privadas.
  • Guardias sin infraestructura: En varios hospitales, no hay espacios para dormir o incluso comer. “Duermes en sillas o en el suelo, si es que hay suerte”, relata una médica de Pediatría.
  • Tutorías deficientes: Las horas de formación teórica son es casas y, en muchos casos, de mala calidad. “Nos usan como mano de obra barata, no como estudiantes”, agrega otro residente.

El Silencio Cómplice de Universidades y Estado

Aunque la Ley Orgánica de Educación Superior establece que las residencias deben garantizar condiciones dignas, las universidades eluden su responsabilidad. Mientras tanto, el Estado no regula los costos ni supervisa el cumplimiento de derechos laborales básicos, argumentando que los residentes son “estudiantes”, no trabajadores.

“Es una nueva forma de esclavitud moderna: pagas, trabajas y callas”, sentencia el Dr. Carlos Mena, exresidente y activista por los derechos médicos. “El sistema se beneficia de su necesidad de especializarse en un país donde el posgrado es casi obligatorio para ejercer con dignidad”.

Un Llamado a la Acción

  • El Colegio de Médicos de Pichincha exige:
  • Reconocimiento laboral: Que las horas asistenciales sean remuneradas, cuenten con afiliación al IESS asumida por el programa y reciban alimentación en los hospitales.
  • Regulación de costos: Límites a los aranceles abusivos y prohibición de cobros adicionales (ej. tutorías).
  • Infraestructura digna: Espacios de descanso y alimentación en hospitales.
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